La Primera Revolución Industrial es el periodo histórico comprendido entre la
segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que en Inglaterra en
primer lugar, y el resto de la Europa continental después, tuvo lugar el mayor
conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la
Historia de la humanidad, desde el Neolítico. La economía basada en el trabajo
manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura.
La Revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el
desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida
por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el nacimiento
del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron la
máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina
relacionada con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron
enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y
desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del
siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó también su
producción.
La Segunda Revolución Industrial fue un proceso de innovaciones tecnológicas
que tuvo lugar entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se sitúa
habitualmente entre los años 1870 y 1914 y se caracteriza por el desarrollo de
las industrias química, eléctrica, del petróleo y del acero. Otros desarrollos
significativos de este período incluyen la introducción del motor de combustión
interna, el desarrollo del aeroplano, la comercialización del automóvil, la
producción en masa de bienes de consumo, la refrigeración mecánica y la
invención del teléfono.
La llamada Tercera Revolución Industrial, tercera revolución científico-técnica o
revolución de la inteligencia (RCT) se origina al acabar la II Guerra Mundial. A
finales de la década de 1960 entra en crisis el anterior capitalismo
monopolista y financiero, que parecía tan sólidamente establecido desde hacía
casi un siglo. La industria redujo su participación en el conjunto de la
economía. Las empresas desarrollaron una clara estrategia de
transnacionalización que logró alterar las anteriores relaciones internacionales,
abriendo las fronteras desde el punto de vista económico. Se multiplicaron las
innovaciones, se redujo el consumo de productos naturales y los nuevos
sectores motrices pasaron a ser la microelectrónica, la biotecnología, la
robótica, etc. Entonces, se redujo el trabajo directo de fabricación (trabajadores
de cuello gris) y aumentó la cantidad de trabajadores de cuello blanco
(trabajadores de la información y del conocimiento), a la vez que creció la
inversión en I+D, dando flexibilidad a la producción en diversas fases o
empresas distintas, gracias a las nuevas tecnologías, descentralizándose la
productividad y aumentando el número de PYMES.
Las áreas que mayor crecimiento en actividades de I+D (investigación y
desarrollo) fueron las de la energía nuclear, las telecomunicaciones, el espacio
y el Universo, la informática, la robótica y la biotecnología. A los fines de este
curso, nos interesa centrarnos en los cambios de toda índole (sociales,
económicos, políticos) que los avances en la informática y las
telecomunicaciones han provocado.
El impacto de la era digital
La informática ha sido digital desde la irrupción del computador en el mundo
de los negocios. Las telecomunicaciones nacieron analógicas y así avanzaron
durante décadas moviéndose por su propio carril. Informática y
telecomunicaciones avanzaban a la par, pero como las paralelas, sus caminos
no se cruzaban. Hasta que tiene lugar la digitalización y esos caminos no sólo
se cruzan, sino que a partir de entonces informática y telecomunicaciones
avanzan de la mano.
El sector de TIC´s.
IBM. Hewlett-Packard. Apple Computers. Cisco Systems. Sun Microsystems. Dell
Computers. Unisys. Intel. AMD. Nvidia. Cray Inc. Microsoft. Oracle Corporation.
SAP AG. Seagate Technology. Samsung. Xerox. LG. 3Com. BASF. Sony.
Telefónica. Telecom. Datamarkets. UOL-Sinectis. Sion. Axoft. Waldbott Software.
Symantec Corp. Novell. Y la lista podría seguir y seguir, con muchas otras
empresas grandes, medianas y chicas. ¿Qué tienen todas ellas en común? Pues
que producen, comercializan, reparan y/o prestan servicios informáticos
(hardware/software) y/o de telecomunicaciones. Es decir, pertenecen al sector
industrial TIC ¿Tiene idea Ud. de cuál es la facturación conjunta y la
contribución a los productos brutos de sus respectivos países de este
conglomerado? Cuando lo averigüe, comprenderá la importancia directa de
este sector en la economía de cualquier nación del mundo moderno. Y ni hablar
de imaginar la contribución indirecta, dado que los demás sectores industriales
han logrado importantes mejoras en su productividad (y contribución a los PBI
de sus naciones) mediante el empleo de los bienes y servicios provistos por
este sector.
La Sociedad del Conocimiento.
Existe un amplio consenso en los círculos políticos, periodísticos, empresarios y
académicos, respecto a que la convergencia de las tecnologías de la
información y las comunicaciones (TIC´s) está produciendo significativos
cambios sociales y, en especial, económicos. Aunque continúa siendo
importante, el consenso se vuelve algo más débil cuando se ingresa en el
análisis de la extensión del fenómeno y en la magnitud de sus efectos.
La denominación del proceso tampoco es unánime, aunque muchas de las
divergencias no responden, en realidad, a diferencias conceptuales profundas.
De tal manera, los términos “Sociedad de la Información”, “Sociedad del
Conocimiento”, “Nueva Economía”, “Economía Basada en el Conocimiento”
están siendo utilizados indistintamente, práctica que los acerca a la categoría
de sinónimos.
Sin embargo, resulta claro que cualquier intento por cuantificar este proceso de
cambios, este fenómeno social, requiere de una definición tan precisa como
sea posible, en donde se destaquen algunos de sus rasgos esenciales. Sin
estos elementos centrales no resulta factible establecer las semejanzas ni (lo
más importante tal vez) las diferencias con etapas anteriores, tornándose
prácticamente imposible la cuantificación de los cambios y sus efectos.
La Brecha digital.
Las TIC han alcanzado al presente un enorme grado de difusión y penetración,
con lo que ello significa en términos de oportunidades para las personas y las
organizaciones (incluyendo los Estados dentro de las últimas). Pero si Ud.
consulta las estadísticas disponibles libremente en el sitio ‘Internet World Stats’
(‘Estadísticas Mundiales de Internet’)
(http://www.internetworldstats.com/stats.htm), actualizadas a la actualidad al
momento de verá que el 65% de la población del mundo tiene acceso a
Internet. Lo que para Ud. puede ser tan común y corriente que ni siquiera
constituye ya novedad o provoca asombro –como leer las noticias, inscribirse a
y tomar cursos, pagar sus cuentas o hacer compras en línea desde su oficina,
su casa o una sala de espera. A esa población sin acceso a Internet, entre otras
diferencias en el acceso a las TIC- hacemos referencia cuando hablamos de
‘brecha digital’.
Economía de redes.
Antes de la era digital, las organizaciones –pequeñas, medianas o grandes- se
conformaban como unidades auto-contenidas y auto-suficientes, lo que daba
lugar a altos niveles de integración vertical y/u horizontal, debido a que los
costos de agencia (coordinación interna e inversión en RR.HH.) resultaban
menores a los costos de transacción (recurrir al mercado como fuente de
abastecimiento; o ‘hacer afuera’ en lugar de ‘integrar dentro’).
Hoy la fotografía es radicalmente distinta. Las organizaciones tejen redes más
o menos amplias entre sí, debido a que recurrir al mercado resulta
económicamente más conveniente que tratar de hacer todo en casa.
El impacto de las redes ha dado espacio a alianzas estratégicas impensadas sin
ellas, dando la posibilidad a las organizaciones a abaratar costos y
fundamentalmente orientarse a especialización en su ámbito (logística de
distribución, logística de stock, producción just on time, etc., robótica en
procesos, automatización de procesos, etc.)
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